Cardenal Herranz: 'Francisco quiere que el mundo se enamore de Cristo'
Roma, 13 de marzo de 2014 (Zenit.org) Rocío Lancho García
El cardenal Julián Herranz, español y con una importante trayectoria de trabajo en el Vaticano, ha descrito al Santo Padre Francisco como una persona enamorada de Cristo y que el hecho de ser un gran evangelizador tiene en este amor su raíz. Lo ha dicho en un encuentro informal con periodistas en la Universidad Pontificia de la Santa Croce, en el que ha hablado sobre su impresión personal del Pontífice argentino, hoy, día que se celebra el primer año de su elección. El purpurado ha manifestado su agradecimiento al Señor "por este año de gracia especial dado a la Iglesia con la elección del papa Francisco". Así, ha explicado que lo ve como un año de gracia especial porque el papa Francisco es principalmente "un enamorado, apasionadamente enamorado de Cristo" y por ello decimos que es "un gran evangelizador". Porque "cuando una persona está enamorada le gusta hablar de ese amor que tiene, al igual que sucede con el amor humano", ha afirmado.
El amor también puede ser divino, y el cardenal Herranz ha señalado que para informar sobre la Iglesia y sobre el Papa -que tiene una particular misión divina- es necesario "elevar un poco las categorías del pensamiento". Del mismo modo ha observado que cuando uno está enamorado de Cristo, como lo está el Santo Padre, "uno puede hacer cosas que humanamente pueden parecer locuras". Como puede ser, ha precisado ante la pregunta de un periodista, levantarse todos los días a las 4.30 de la mañana o no tomar vacaciones en verano.
Asimismo, ha indicado que "si queréis entender a este Papa y a Cristo que habla a través de él, es necesario abrirse y pensar que en el amor divino, en el amor de Cristo sucede como con el amor humano. Se busca, se conoce a la persona, se trata y se enamora. Con Cristo sucede lo mismo".
¿Y qué quiere el Papa? se ha preguntado el cardenal, "hacer que el mundo se enamore de Cristo". Según el purpurado español, el Santo Padre está "sacudiendo al mundo y la Iglesia con dos verdades fundamentales. Al mundo le dice no podéis vivir de espaldas a Dios como si no existiera, Dios existe. Y Dios en un momento determinado de la historia se ha hecho carne para hacerse más cercano y más reconocible por nosotros. Y ha revelado que Dios es amor, amor de Padre que busca, perdona y tiene un corazón infinitamente misericordioso". También ha explicado en qué sentido "sacude a la Iglesia", y es "en el recordar que la Iglesia o es esencialmente misionera o no es. Porque la Iglesia ha sido fundada por Cristo para transmitir al mundo el mensaje de Salvación por el que Dios se ha hecho carne". Con esto, ha indicado, "está poniendo en su lugar el punto central del Concilio Vaticano II". El cardenal Herranz ha dicho que, en su opinión, este punto no es la colegialidad episcopal, el ecumenismo, la reforma litúrgica, el diálogo interreligioso, el diálogo de la Iglesia con el mundo moderno -"que todo ello es muy importante"-, sino "la llamada universal a la santidad y al apostolado". Esto quiere decir, "tomarse en serio el ser cristiano, salir de un cristianismo de agua de rosas, de salón..." y "volver al cristianismo de los primeros siglos cuando un enamorado de Cristo se dejaba matar por esa fe".
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El cardenal Julián Herranz, español y con una importante trayectoria de trabajo en el Vaticano, ha descrito al Santo Padre Francisco como una persona enamorada de Cristo y que el hecho de ser un gran evangelizador tiene en este amor su raíz. Lo ha dicho en un encuentro informal con periodistas en la Universidad Pontificia de la Santa Croce, en el que ha hablado sobre su impresión personal del Pontífice argentino, hoy, día que se celebra el primer año de su elección. El purpurado ha manifestado su agradecimiento al Señor "por este año de gracia especial dado a la Iglesia con la elección del papa Francisco". Así, ha explicado que lo ve como un año de gracia especial porque el papa Francisco es principalmente "un enamorado, apasionadamente enamorado de Cristo" y por ello decimos que es "un gran evangelizador". Porque "cuando una persona está enamorada le gusta hablar de ese amor que tiene, al igual que sucede con el amor humano", ha afirmado.
El amor también puede ser divino, y el cardenal Herranz ha señalado que para informar sobre la Iglesia y sobre el Papa -que tiene una particular misión divina- es necesario "elevar un poco las categorías del pensamiento". Del mismo modo ha observado que cuando uno está enamorado de Cristo, como lo está el Santo Padre, "uno puede hacer cosas que humanamente pueden parecer locuras". Como puede ser, ha precisado ante la pregunta de un periodista, levantarse todos los días a las 4.30 de la mañana o no tomar vacaciones en verano.
Asimismo, ha indicado que "si queréis entender a este Papa y a Cristo que habla a través de él, es necesario abrirse y pensar que en el amor divino, en el amor de Cristo sucede como con el amor humano. Se busca, se conoce a la persona, se trata y se enamora. Con Cristo sucede lo mismo".
¿Y qué quiere el Papa? se ha preguntado el cardenal, "hacer que el mundo se enamore de Cristo". Según el purpurado español, el Santo Padre está "sacudiendo al mundo y la Iglesia con dos verdades fundamentales. Al mundo le dice no podéis vivir de espaldas a Dios como si no existiera, Dios existe. Y Dios en un momento determinado de la historia se ha hecho carne para hacerse más cercano y más reconocible por nosotros. Y ha revelado que Dios es amor, amor de Padre que busca, perdona y tiene un corazón infinitamente misericordioso". También ha explicado en qué sentido "sacude a la Iglesia", y es "en el recordar que la Iglesia o es esencialmente misionera o no es. Porque la Iglesia ha sido fundada por Cristo para transmitir al mundo el mensaje de Salvación por el que Dios se ha hecho carne". Con esto, ha indicado, "está poniendo en su lugar el punto central del Concilio Vaticano II". El cardenal Herranz ha dicho que, en su opinión, este punto no es la colegialidad episcopal, el ecumenismo, la reforma litúrgica, el diálogo interreligioso, el diálogo de la Iglesia con el mundo moderno -"que todo ello es muy importante"-, sino "la llamada universal a la santidad y al apostolado". Esto quiere decir, "tomarse en serio el ser cristiano, salir de un cristianismo de agua de rosas, de salón..." y "volver al cristianismo de los primeros siglos cuando un enamorado de Cristo se dejaba matar por esa fe".
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